Desde que la celiaquía nos tocó, ya nada fue igual. Nuestra vida cambió totalmente. Esto no lo digo con la nostalgia de lo que fue, sino con la aceptación de lo que es.
No fue fácil, una parte de mi se derrumbó. En ese momento deseé ser yo la celíaca y no mi hija, pero por alguna razón pasó de esta manera, y hay que hacerle frente.
Lo que más me costó fue la cocina. Si bien siempre me gustó cocinar, el tema de estar entre las ollas cuando trabajás ocho, diez horas fuera de tu casa, fue un golpe duro. Dejé de cocinar por placer, para hacerlo por obligación. Los no celíacos de la familia nos arreglamos con cualquier cosa, pero el celíaco tiene que tener siempre algo en la heladera. No existen los delivery para celíacos, y menos en la provincia. De un día para el otro hay que dejar preparados desayuno, almuerzo, merienda, cena, más los entremeses que puede llegar a consumir una adolescente en pleno.
Si bien me acomodé a esta condición, en ese proceso de volver a aprender a cocinar, he desperdiciado tantos productos, tirado bollos incomibles, he llorado, puteado, y maldecido.
Hoy estoy contenta, después de más de tres años, ayer logré hacer chipá comestible. Lo disfrutamos tanto que no quedó ni una miguita. En otro post, la receta.
29.5.08
Cuando la celiaquía entra en tu vida
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2 comentarios:
Compartimos totalmente tus sentimientos, tus frustraciones, ya que también las hemos vivido.
Pero nosotros que llevamos ya en esto 11 años, te enviamos ánimos y ya veras como poco a poco todo va mejorando.
Besotes,
Ana y Víctor.
Se agradece Ana y Víctor.
Lo bueno es saber que uno no está solo, que hay muchos otros que también están pasando o han pasado por lo mismo y que entre todos podemos darnos fuerzas para seguir.
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